Eso del amor eterno y la pareja ideal,
me parece que son cuentos que habría que desterrar.
Porque si al enamorarnos, ponemos como un espejo
al objeto de ese amor, que es solamente un reflejo
de lo que queremos ver reflejado en el espejo,
es sencillo suponer, que tanta imaginería,
tendrá que "venirse abajo", con el correr de los días,
que al tener que contemplar al objeto sin disfraces,
sufrimos golpe tan fuerte, que por dentro nos deshace.
Y empieza la proyección sobre el ex-objeto amado,
de la bronca que tenemos por sentirnos destrozados.
Nos podemos encontrar, con una esposa afligida,
diciendo: Cómo has cambiado, hoy sos una porquería!
Y no sirve de defensa, al marido así acusado,
decir: Yo siempre fui igual y juro que no he cambiado!
Agregando "sobre el pucho", pues su bronca lo motiva:
"No sé de que estás hablando, sos vos la que está distinta".
Y analizando la cosa, se podría asegurar,
que diciendo lo que dicen, los dos dicen la verdad.
Porque si un día se vieron, como se quisieron ver,
a "ese" que encuentran ahora, no podrán reconocer.
Fin de la primera parte, fin del amor y pasión,
sobre ese fondo sombrío, llamado desilusión.
Pero siempre insistiremos, a pesar de los consejos,
en inventar nuevas formas, en el cristal de otro espejo,
desestimando la especie, que circula desde siempre:
que esto de romper espejos, es tentar la mala suerte!
Azucena Bestel de Cal
Del libro Psico jodas (1995)
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