Digo politiqueria, no politiquería, politiqueria, mezcla de política y miseria.
Los titulares de diarios y TV dicen que "avanza el juicio a Aníbal Ibarra", en el caso Cromañon.
Hace dos días vengo pensando escribir un post acerca del mismo, ya tenía el título y la idea.
Ayer ví un poquito del juicio que se lleva a cabo en la Legislatura porteña y confirmó mis sospechas.
Los políticos han caído tan bajo que ya no saben a que métodos recurrir para moverle el piso a un par.
Lamentablemente, en este caso, se valen del dolor de los familiares y amigos de las víctimas de este terrible accidente.
Porque si algo les faltaba era revolcarse en la carne viva, en las heridas de esta pobre gente que trata de encontrar un culpable de semejante siniestro.
Yo no entiendo nada de leyes pero claro está que los que están allí tampoco.
Aún cuando el Sr. Jorge Enríquez (diputado por el macrismo), dice ser abogado, tampoco tiene la capacidad o la preparación adecuada para ser fiscal en un juicio.
Su desempeño fue vergonzoso, repitiendo las preguntas una y otra vez, dando señales claras que leía como un loro los papeles que le alcanzaban sus colaboradores, sin interpretar claramente lo que estaba diciendo y sin escuchar a quién respondía a las mismas preguntas dos o más veces.
La verdad que quienes se enfrentaban a él tenían que tener nervios de acero, para mantenerse en el molde como se dice vulgarmente.
A veces movía a risa y otras daban ganas de increparlo, superaba la tolerancia de cualquiera.
Y claro, me puse a pensar que si fuera un buen abogado y se destacara en su labor no iba a estar trabajando como diputado por un sueldo, cuando con honorarios podría ganar mucho más.
Si menciono a Enríquez, es porque fue a quién vi, pero seguramente habrá muchos casos como él, gente sin capacidad para cumplir estas funciones.
Por eso si quieren llevar adelante un juicio deberían recurrir a gente idónea.
En el 2001, cacerolazos mediante, el pueblo clamaba que se fueran todos, pero no sólo no se fueron, sino que volvieron por más.
Los políticos no se detienen ante nada y siempre encuentran la vía o los medios para moverse.
En este caso recurrieron al dolor de la gente, a la sed de vengar sus muertos.
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