Recorría los pasillos del subte cuando de pronto escuchó pasos que se acercaban, miró atrás y no vio a nadie. Siguió caminando mirando de tanto en tanto sobre su hombro al oír que el sonido de los tacos se aproximaba más y más. Por momentos sentía el ritmo de su corazón latiendo a mil, la respiración agitada y un soplido tibio en su cuello. Temía ser la próxima víctima de la viuda negra que acababa de dejar en la pantalla del Cinemark.
Tere
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