Atrapados por la tecnología deambulaban por las calles ajenos a su entorno. Ya no habían palabras ni gestos, cada uno andaba en lo suyo sin mirar a su alrededor.
Tan enfrascados estaban con sus dispositivos electrónicos que ya no había lugar para la comunicación oral. Habían dejado a un lado toda actividad lúdica y cultural, todo contacto con el mundo exterior; se sumergían en el teclado y la pantalla, navegando a kilómetros de distancia.
Las familias se habían distanciado, siguiendo cada uno por su lado. Los pocos niños que quedaban se las arreglaban solos, aprendiendo desde pequeños que eran ellos junto a sus máquinas y herramientas los únicos compañeros de vida.
En tanto, los robots viendo el nuevo destino de la sociedad habían decido humanizarse tomando ahora su lugar.
Tere
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