Le había pedido a la casera que preparara la cabaña para pasar el fin de semana con un amigo, que pusiera las mejores sábanas, encendiera la chimenea y colocara un buen vino blanco en la heladera, uno de esos que tenía reservado en la bodega para grandes ocasiones. Llegó unos minutos antes que él para completar algunos detalles, unas velas junto a la bañera, un ramo de flores recién cortadas y preparar un baño de espuma. Al abrir la puerta notó que estaba cerrada con una sola llave y supo que algo andaba mal. Pasó por el living, el comedor y la cocina, fue hasta el dormitorio para chequear que todo estaba en orden y cuál no sería su sorpresa al encontrar a su marido tirado vestido sobre la cama esperando.
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