Hace diez o quince días comenzó la quema de pastizales en las islas del delta a la altura de Entre Ríos, también hubo algunos focos ígneos en la provincia de Buenos Aires, llegaron a ser más de 270 núcleos de incendio en unas 80.000 hectáreas.
El siniestro se tornó insuperable y sólo se esperaba que el clima nos hiciera una buena jugada, que llegara la lluvia para apagar las llamas o que el viento rotara para llevarse el intenso humo que nos inundaba.
Hace dos días se abrió el cielo en Capital y alrededores, al fin pudimos ver el firmamento nítidamente y descubrir el sol que se ocultaba bajo la densa humareda y, por sobre todas las cosas, al fin respiramos aaaiiireee...
Pero lamentablemente los incendios no se sofocaron y continúan haciendo estragos en muchas localidades; además está la posibilidad latente de volver a sentir el humo aquí si el aire nos lo devuelve.
No solo es molestia lo que ocasiona, a causa del humo hubo problemas de salud, los hospitales entraron en alerta amarilla, hubo muchos pacientes con dolencias en los ojos y en las vías respiratorias.
Se sucedieron unos cuantos accidentes automovilísticos por la falta de visibilidad y la imprudencia de algunos conductores, algunos con gran cantidad de heridos y hasta víctimas fatales.
Se vieron interrumpidos rutas y caminos, aún hoy algunos tramos son sumamente peligrosos.
Hubo que suspender las clases porque los chicos en tales condiciones no podían llegar a la escuela, ni que hablar de practicar gimnasia o deportes.
Algunos días se cerraron los aeropuertos y se demoraron las salidas de micros o se suspendieron algunos destinos.
Localidades netamente turísticas, como San Pedro, no reciben visitantes por la afección.
Y para joder al prójimo también el humo alcanza al Uruguay. Después del conflicto por la instalación de las papeleras en la orilla vecina se añade un nuevo condimento a la disputa.
En pocas palabras, bajo humo, las condiciones se tornan insoportables desde lo físico, en cuanto a la salud, y desde lo anímico con la incertidumbre de no saber hasta donde llega la toxicidad del aire que respiramos.
Y desde ya un saldo negativo en muchas actividades.
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