Faltan pocos días para las elecciones, al fin está por comenzar la veda política.
Basta de politigadas (medio política, medio cagada).
No hay clima festivo ni entusiasmo por ejercer el derecho ciudadano del voto, sino obligación y desazón por lo inevitable.
Falta de esperanza que no mueve a nada... ¿Cuándo recuperaremos la confianza?...
Hay un ruido que dice que la elección está cantada, que hay candidato firme y no lugar para pulseada.
Sin embargo cuando surge el tema parece que nadie quiere votar al supuesto/a ganador/a; ya no se habla de impugnar el voto sino de votar al que sabés que no va a llegar.
Es tal el descreimiento que no se trata de elegir al mejor, ni siquiera al menos malo, sino de votar en contra de.
Hoy es una utopía creer que existe el político probo, un hombre o mujer de pocas palabras y muchos hechos. Un ser sensible y honesto, que se ocupa y preocupa por el país y su gente. Una persona capacitada para la organización y administración transparente de los recursos, fundamentalmente incorruptible.
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