17.7.07

Espejito, espejito...

Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.
Cierto día un perrito, buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de ascender las escaleras se topó con una puerta semiabierta.
Lentamente entró.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de la habitación había 1.000 perritos más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1.000 perritos ¡también le sonreían y ladraban alegremente con él!
Cuando el perrito salió del cuarto, se quedó pensando para sí mismo: "¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!"
Tiempo después, otro perrito callejero ingresó al mismo sitio, y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero, a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1.000 perritos se sintió amenazado, ya que creyó que lo estaban mirando de una manera agresiva.
Inmediatamente empezó a gruñir, inevitablemente vio cómo los 1.000 perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1.000 perritos le ladraron también a él.
Cuando este perrito salió del cuarto pensó: "¡Qué lugar horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar allí!
En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1.000 espejos. Todos los rostros del mundo son espejos".
Decide cuál rostro llevarás por dentro y ése será el que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás. Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, sólo se sienten con el corazón.

Otra enseñanza publicada en La Última, octubre de 2000.

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