Me encantan las flores y plantas, mi casa da buena cuenta de ello.
En algún momento un amigo comentó a propósito de nuestro comedor -¿es un vivero?
Hay muchísimas variedades, que se pavonean en el balcón, el patio, la terraza y porque no en el interior.
Creo que las plantas dan alegría, color, luz a un lugar y se adaptan perfectamente a cualquier ambiente y decoración.
Mamina, mi abuela, era paisajista y jardinera innata, yo para ello tuve que aprender.
Cuando comencé a estudiar no conocía más que claveles y rosas, margaritas y jazmines. Algunos nombres creí que nunca los iba a poder memorizar, pero al poco tiempo me familiaricé con muchos, como para hacer alarde nomás.
Me encantan las flores de todos los tamaños y colores siempre, claro, que guarden cierta armonía en el conjunto.
El jazmín del cabo (Gardenia jasminoides) no es precisamente un arbusto muy bonito, no tiene buen porte, pero me fascina su flor por el perfume y es mi preferido a la hora de armar un ramito al que admirar y disfrutar.
Para esta Navidad mamá trajo una planta con muchos pimpollos, que aún hoy siguen abriendo, para mi deleite.
Martín, mi hijo, se ocupó de fotografiar las flores que aparecen en la parte superior de esta nota.
En algún momento un amigo comentó a propósito de nuestro comedor -¿es un vivero?
Hay muchísimas variedades, que se pavonean en el balcón, el patio, la terraza y porque no en el interior.
Creo que las plantas dan alegría, color, luz a un lugar y se adaptan perfectamente a cualquier ambiente y decoración.
Mamina, mi abuela, era paisajista y jardinera innata, yo para ello tuve que aprender.
Cuando comencé a estudiar no conocía más que claveles y rosas, margaritas y jazmines. Algunos nombres creí que nunca los iba a poder memorizar, pero al poco tiempo me familiaricé con muchos, como para hacer alarde nomás.
Me encantan las flores de todos los tamaños y colores siempre, claro, que guarden cierta armonía en el conjunto.
El jazmín del cabo (Gardenia jasminoides) no es precisamente un arbusto muy bonito, no tiene buen porte, pero me fascina su flor por el perfume y es mi preferido a la hora de armar un ramito al que admirar y disfrutar.
Para esta Navidad mamá trajo una planta con muchos pimpollos, que aún hoy siguen abriendo, para mi deleite.
Martín, mi hijo, se ocupó de fotografiar las flores que aparecen en la parte superior de esta nota.
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