En la época de los abuelos el viejo patio de la casa era un lugar de encuentro, a la hora del mate o de la siesta.
Un espacio de descanso y de juego.
En el silencio, con la compañía de un libro, o en el bullicio de los chicos, se disfrutaba del mismo.
En esta cálida "memoria" el autor describe poéticamente el patio de ayer.
Memoria de un patio
I
En baldosas color de ceniza
En baldosas color de ceniza
pintadas con tiza
nació la rayuela.
El sillón que hamacaba a la abuela
dejaba una estela
de tarde sin prisa.
Era justo el país de la risa,
región de la infancia
que un duende inventó.
Cuando el gato brincaba en la parra
y había cigarras
solfeándole a Dios.
(Estribillo)
En la paz demorada del patio
mi vieja era un mate, mi viejo era un tango.
Había un trompo que hacía piruetas
entre las macetas y el muro de antaño.
Y la vida juntaba alegría
en una alcancía de magia y niñez.
Y la vida era el hada de un cuento,
los ogros del tiempo llegaron después.
I (bis)
En aquel vozarrón del abuelo
soltaba su vuelo el ángel del vino.
Y la casa era un largo camino
de luz y de trino, bajando del cielo.
Era cosa de andar sin recelo
siguiendo los ecos de un grillo cantor.
Porque el mundo era sólo un juguete,
feliz barrilete trepando hacia el sol.
Vals
Letra de: Roberto Díaz
Música de: Reynaldo Martín
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